La pandemia aumentó el consumo de vino en Argentina
A pesar de ello, el 2020 fue un año poco feliz para las bodegas debido a los problemas económicos y de producción que enfrentaron.
Es tiempo de vendimia en Argentina y tradicionalmente la provincia de Mendoza (centro-oeste), donde se produce un 70% de los vinos argentinos, suele estar plagada de turistas, sobre todo brasileños. Pero en este otoño austral con las fronteras cerradas por la pandemia de coronavirus, los que visitan las bodegas son argentinos.
«Estamos contentos porque con la pandemia nos aumentó el consumo y el turismo local», celebra Eduardo Pulenta, propietario de la bodega Pulenta Estate, unas 135 hectáreas de viñedos con la majestuosa Cordillera de los Andes como telón de fondo, bajo un clima desértico y seco. «Es un efecto internacional, porque también se ha manifestado en las exportaciones», agregó.
Según un informe del estudio del Centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina, 2020 cerró con un aumento de un 7,5% en el consumo interno.
Incluso, también creció el consumo de la gama de ‘vinos Premium’. Pero todo esto puede ser «coyuntural», aclara.
Si bien el consumo aumentó durante el confinamiento por el Covid-19, tanto entre los argentinos como en el exterior debido a sus precios competitivos, la prolongada crisis económica, una elevada inflación y las sucesivas devaluaciones del peso, amenazan la rentabilidad del sector que sufre casi seis años consecutivos de caída.
«Vivir en una economía como la argentina es vivir bajo variables macroeconómicas que se disparan en todas las direcciones (…) Vivimos con una moneda, el peso, que se devalúa, con lo cual cuando importamos bienes del exterior (en dólares) nos cuesta muchos pesos», explica Hervé Birnie-Scott, director de Bodegas, Viñedos y Enología de Chandon Argentina.
En cuanto a las exportaciones, lo que más creció fue el «vino a granel», el que se distribuye bajo ninguna marca, bodega o denominación de origen, señala el informe. Sin embargo, pese a este crecimiento, la facturación en dólares es «sustancialmente más baja que la de 2014 cuando comenzó la declinación».
Si bien los vinos de alta gama pueden ser de un precio tentador en Europa o Estados Unidos (unos 30 o 40 dólares), están fuera del alcance de muchos argentinos que viven en un país en recesión desde 2018 y que tiene a más del 40% de su población en la pobreza.
Con una inflación que alcanzó 36% en 2020, la más alta en América Latina después de Venezuela, «hay que hacer malabarismos para que entiendan afuera que nosotros no podemos mantener todos los años el mismo precio», explicaron desde Pulenta.
La desestabilidad económica a nivel país no es el único problema de las bogedas sino también la falta de insumos básicos, como pueden ser las botellas, complicaron su labor durante la pandemia a raíz de las restricciones hasta el punto de tener que reorganizar su producción en muchos casos.