
La voz de Cristina Fernández de Kirchner volvió a sonar fuerte y clara, esta vez desde el encierro, pero con el acompañamiento de una PlazadeMayo colmada. A través de un mensaje grabado, la expresidenta envió un mensaje directo a la militancia peronista, en el que no solo agradeció las muestras de afecto, sino que también ofreció un diagnóstico crítico del país bajo el actual gobierno de JavierMilei. «¿En serio alguien puede pensar que este modelo es sostenible en el tiempo?», preguntó, para luego repasar los retrocesos sociales y económicos vividos en los últimos meses.
Cristina hizo eje en la comparación histórica con los ciclos de ajuste y endeudamiento que marcaron al país: Martínez de Hoz, Cavallo, y ahora Caputo.«Ese país no fue ninguna utopía, lo vivimos durante 12 años y medio», recordó con firmeza, reivindicando una etapa de ampliación de derechos, desendeudamiento y ascenso social que hoy parece lejana para millones. En contraste, denunció que actualmente la comida se paga en cuotas y el MinistrodeEconomía «alquila dólares», dejando en evidencia un modelo ficticio que beneficia a unos pocos. La crítica no se limitó a lo económico: también apuntó al «andamiaje judicial» que sostiene estas políticas y que terminó por condenarla, sin permitirle siquiera competir electoralmente.
A pesar del encierro físico, el tono fue combativo. «Pueden encerrarme a mí, pero no van a poder encerrar a todo el pueblo argentino», dijo. En esa línea, sostuvo que quienes hoy detentan el poder «saben que pierden» en un eventual enfrentamiento democrático, y por eso, afirmó, la proscriben. Su llamado a la organización y la planificación no fue una consigna vacía, sino una invitación a reconstruir un proyecto de país, basado en el trabajo, la dignidad y los derechos sociales, pilares centrales del peronismo.
Hacia el final de su mensaje, Cristina apeló a la historia del movimiento nacional y popular: «Volvió con Perón, volvió con Néstor, y va a volver con más sabiduría». Lejos de la resignación, ratificó su compromiso de seguir luchando «desde la trinchera que sea», respaldada por una mística popular que ni el dinero ni el poder judicial pueden sofocar. A contramano del clima de ajuste, miedo y silencio que promueve el gobierno, la exmandataria planteó un horizonte distinto: el de un pueblo organizado que, una vez más, está dispuesto a volver.