Para los jueces, el disparo final de Chocobar fue «innecesario y desproporcionado»
Los magistrados consideraron que el agente no tuvo intención de matar, pero afirmaron que el asaltante “no era peligroso para nadie” cuando fue baleado.
El tribunal que condenó al policía Luis Oscar Chocobar (34) a dos años de prisión en suspenso por haber matado a un ladrón que había apuñalado a un turista estadounidense consideró que el disparo final del agente fue «innecesario y desproporcionado».
Esos fueron algunas de las argumentaciones que realizaron los magistrados en los fundamentos del fallo, difundidos en las últimas horas. Los jueces consideraron que cuando el policía disparó el ladrón ya que no resultaba «peligroso para nadie», y determinó que el condenado incumplió «la normativa nacional e internacional» sobre el uso de arma.
El cuestionamiento al accionar de Chocobar en el hecho que derivó en la muerte de Juan Pablo Kukoc (18) quedó plasmado en los fundamentos de la condena que recibió el policía por el delito de «homicidio agravado por el uso de arma de fuego cometido en exceso del cumplimiento de un deber», los cuales fueron dados a conocer en las últimas horas por los jueces Fernando Pisano, Jorge Apolo y Adolfo Calvete del Tribunal Oral de Menores (TOM) 2.
Además, en la sentencia del 28 de mayo, Chocobar recibió una inhabilitación especial por cinco años para desempeñarse en funciones operativas con la utilización de armas de fuego.
En su voto, el juez Pisano explicó que Chocobar estaba de civil cuando vio al turista estadounidense Frank Wolek, que pedía auxilio tras ser asaltado y apuñalado por dos delincuentes que le robaron su cámara de fotos. Uno de esos ladrones era Kukoc, que huyó corriendo.
«Obviamente, (Chocobar) no podía mostrarse indiferente. Su prioridad, entonces, era la de neutralizar el riesgo que implicaba el comportamiento de los malvivientes que habían exhibido un claro desprecio por la vida ajena y evitar que escaparan», sostuvo el magistrado.
El juez recordó que «la situación escaló otro peldaño cuando intervinieron tres vecinos y se acercaron al imputado, ya que además de afectar potencialmente su integridad física, el peligro se desplazaba, también, a la seguridad pública, debido a la circulación de terceros por la zona».
Al llegar a Irala y Suárez, el policía que ya había alertado al 911 los vio peleando con el asaltante y la cámara fotográfica fue recuperada.
Pisano indicó que Chocobar «pudo haber supuesto la existencia de un arma en poder del imputado, aunque desconocía cuál, dado la entidad de las lesiones que presentaba Wolek, por su localización y sangrado, que difícilmente pudieron haber sido causadas por simples golpes», por lo que ello «lo llevó a identificarse como policía, dar la voz de alto y disparar en dos o tres oportunidades de forma intimidatoria al aire«.
«Los testigos se apartaron de la escena y al reiniciar el imputado su huida, le efectuó otros disparos de manera directa, dos de los que impactaron en el frente de Irala 999, mientras que dos en el cuerpo del occiso, provocándole sendas heridas que, finalmente, tras dos intervenciones quirúrgicas, lo llevaron a la muerte cuatro días más tarde», señaló.
En su voto, al que adhirieron sus colegas, consideró que debía «centrarse el análisis en el último de los tramos, a fin de poder establecer el alcance de su responsabilidad de Chocobar, dado que hasta ese momento había seguido al pie de la letra los pasos que se le exigían en el evento».
«Resulta evidente para mí que el comienzo de su accionar estuvo completamente justificado a tenor del marco legal que regula su actividad», señaló el juez, aunque dijo que «en un preciso momento de la persecución, la actuación del policía acusado dejó de estar justificada para tornarse excesiva en extenso e intenso por resultar innecesaria y desproporcionada al legítimo fin primigeniamente propuesto».
Es que para el Tribunal no se trató de un caso de «legítima defensa» como alegó la defensa del efectivo, ya que «poquísimos segundos más tarde se apartó de la normativa permisiva al herir con su última salva a Kukoc cuando ya se encontraba a bastante distancia, sin armas a la vista, ni representar peligro alguno«.
«En pocas palabras, Chocobar no debió efectuar ese último disparo que impactó a Kukoc en su pierna izquierda cuando se alejaba corriendo sin resultar peligroso para nadie», afirmó Pisano.
Y añadió: «No puede aceptarse la aprehensión de un sospechoso sacrificando el cumplimiento de la normativa nacional e internacional de aplicación obligatoria que razonablemente regula el oportuno uso de las armas de dotación asignadas al personal policial».
Por último, el juez aseguró que «Chocobar no tuvo intención de matar según lo demuestran el comprobado impacto de rebote en la región lumbar, la herida en la pierna izquierda de Kukoc, y el haber cesado de inmediato sus disparos al verlo caer al suelo», por lo que descartó la hipótesis de la querella respecto a que se trató de un «homicidio agravado cometido en abuso de la función policial», que preveía la pena de prisión perpetua.