8 diciembre, 2024
Sociedad

A partir de dos hojas, una investigadora del Conicet identifica el primer diccionario castellano

Una investigadora del CONICET encontró por casualidad dos hojas que datan de entre 1492 y 1493, y que resultaron ser un diccionario castellano-latín incunable.

La filóloga e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Cinthia Hamlin encontró las dos hojas sueltas mientras buscaba otra cosa en la biblioteca de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos. Apenas las vio, la especialista notó que había dado, por error, con la letra «A» de lo que sería el primer diccionario castellano – latín de la historia.

El autor de las dos hojas de la letra «A» fue el historiador y lexicógrafo español Alfonso de Palencia, que vivió entre 1423 y 1492. «Tiene obras literarias, es un lexicógrafo y tiene además un tratado sobre sinónimos latinos. Hasta su muerte en 1492 siguió trabajando en distintas obras. Una de ellas sabemos ahora que era este diccionario castellano latino».

Palencia «ya era considerado un lexicógrafo por su Universal Vocabulario de 1490 aunque se lo consideraba más que nada lexicógrafo latino, con la particularidad de que es el primero que incluye una lengua romance, el castellano, en un diccionario en toda Europa porque este diccionario de 1490 tiene las definiciones latinas y al lado una traducción en castellano«, señaló la investigadora.

«Ahora se sabe que es el primer lexicógrafo de nuestra lengua, elaboró un diccionario cuya lengua de partida es el castellano. Antes se consideraba que era Antonio de Nebrija el primero que había hecho esto con su diccionario de 1494 y 1495», relató.

Hamlin encontró las hojas del diccionario en la Universidad de Princeton mientras buscaba «ejemplares del texto que sigo estudiando, la primera traducción impresa de la Divina Comedia, por Fernández de Villegas, que es de 1515», como apuntó.

En vez del texto de Villegas dio con las hojas que son parte de un libro incunable que fue impreso entre 1492 y 1493. Hamlin llegó a la conclusión de que se trata de una obra de Palencia porque cotejó los errors en ese texto con otro del autor.

«El error es el centro de esta teoría», aseguró la investigadora del CONICET.

De regreso en Buenos Aires, Hamlin unió fuerzas con Juan Héctor Fuentes, latinista y también investigador del CONICET, para determinar que se trataba del fragmento de un incunable, que incluía el prólogo completo y setenta y siete entradas de la letra «A» que se correspondían con un vocabulario manuscrito completo del siglo XV, del cual hasta el momento no se había podido determinar el autor ni la fecha precisa de su realización.

El descubrimiento cobra mayor relevancia porque se trata de un trabajo anterior al diccionario español-latín de Antonio de Nebrija, aparecido en Salamanca en 1494-95 y que hasta este descubrimiento estaba considerado el primero en lengua castellana.

«El impacto es cómo repercute en la historia de la lexicografía y en lo que se estudia sobre los inicios de la lexicografía en nuestra lengua. Por lexicografía se entiende el estudio del léxico, de los vocabularios. Ya no es Nebrija el padre de la lexicografía, el que se dijo que era el autor del primer vocabulario en nuestra lengua sino que ese rol, ese mérito, pasa a Alfonso de Palencia», subrayó la especialista del CONICET.

Además de poder comparar el diccionario de Palencia con el de Nebrija, el texto hallado «es un vocabulario que presenta muchas primeras documentaciones de términos, es la primera vez que un término se registra en castellano escrito porque no hay manera de acceder a cuándo se comenzó a utilizar un vocablo de manera oral».

En el Vocabulario de Palencia «se incorporan muchos términos de origen arábigo, primeras documentaciones» de la influencia producto de ocho siglos de ocupación.

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