En guaraní, póra es un espíritu o fantasma, alma en pena que, según la mitología del Litoral argentino y países como Paraguay, se manifiesta con silbidos lúgubres, quejidos y pasos que muchas personas de esa gran región sudamericana suelen percibir.
Y una de ellas fue Doña Ana, vecina de la localidad correntina de Concepción, quien no solo percibió al espíritu sino que, según sus propias declaraciones, tuvo un amorío con él.
Según da cuenta el diario paraguayo Crónica, Doña Ana aseguró haber mantenido un amorío con un sujeto llamado Cándido González, a quien calificó como «póra».
“Doña Ana, una mujer de 69 años que no puede olvidar a su primer amor, una historia que ha dejado una marca imborrable en su vida», continúa el relato del citado medio, donde se añade que cuando la mujer “tenía apenas 25 años, se enamoró perdidamente de un hombre».
Habría sido un amor “a primera vista” con “el hombre, de nombre Cándido González, que se acercó a ella y le dijo su nombre, dejándola perpleja por saber cómo conocía su nombre”.
El hombre en cuestión había sido vecino de su difunta madre. Y prometió cuidar de ella, obsequiándole una foto suya como muestra de su compromiso. El amor brotó inevitablemente en la joven Ana.
Pero pronto comenzaron a suceder cosas extrañas; por ejemplo, Ana notó que cuando tomaba la mano de su amado ésta parecía estar compuesta de tierra, sigue el relato.
Y todo se derrumbó cuando, durante una visita al cementerio, mientras se encontraba frente a la tumba de su madre, Ana descubrió que la persona enterrada al lado llevaba el mismo nombre que su amado: Cándido González.
«La sorpresa fue aún mayor cuando se dio cuenta de que la foto que Cándido le había regalado era idéntica a la imagen que descansaba en la tumba. La conexión entre su amado y el difunto se hizo evidente”, prosigue el relato.
En efecto, Cándido era vecino de su madre muerta… en el cementerio.
La relación, obviamente, concluyó, pero Doña Ana sigue preguntándose cosas que, en realidad, fueron y son inexplicables. Sin embargo, aún no puede olvidar a Cándido…