Una familia llevó un loro a su casa y se contagió de psitacosis
El preocupante caso ocurrió en la ciudad de Rafaela, provincia de Santa Fe, cuando uno de los integrantes de una familia decidió llevar un loro a la casa como mascota. Lo que no tendría que resultar grave para nadie acabó siendo una pesadilla para todos: el ave les transmitió psitacosis y toda la familia debió ser internada por un severo cuadro de neumonía bilateral derivado de dicha enfermedad infecciosa.
La familia afectada reside en el barrio Barranquitas de Rafaela, a unos 100 kilómetros al oeste de la capital santafesina, aunque ahora esa vivienda se encuentra vacía: dos de los cuatro adultos infectados se encuentran alojados en la terapia intensiva del Hospital Jaime Ferré, uno de ellos en estado de gravedad, mientras que los otros dos parientes se encuentran internados en sala común.
De estas dos personas que se encuentran internados pero estables resultó el relato de cómo el ave llegó a la casa: hace algunos días, un integrante de la casa había encontrado un loro que en apariencia estaba sano y lo trasladaron a su hogar, aunque poco después el ave enfermó y murió.
Las autoridades investigan cómo prevenir la aparición de nuevos casos, atento que en Rafaela son habituales los loros, canarios, pavos y palomas, de los que proviene esta enfermedad infecciosa.
Qué es la psitacosis
Aunque no es una enfermedad que pueda ser transmitida entre personas, la psitacosis es peligrosa: afecta a numerosas especies domésticas y silvestres, tanto a las psitácidas, es decir, los loros, las cotorras, cotorritas y papagayos, como a las no psitácidas: palomas, jilgueros y canarios.
La enfermedad es causada por la bacteria Chlamydophila psittaci o Chlamydia psittaci, que puede estar presente en excrementos secos, secreciones respiratorias, polvo, plumas, secreciones oculares e incluso por el simple hecho de tocar alguno de estos animales mencionados que se encuentren afectados por la enfermedad.
Los principales síntomas en los seres humanos son fiebre, decaimiento, fatiga, pudiendo evolucionar hasta afecciones más severas como la neumonía, complicaciones hepáticas y dificultades renales.
La enfermedad es de notificación obligatoria por parte de las veterinarias y los laboratorios privados u organismos nacionales, como el INTA.