Luis Arce Catacora asumió este mediodía como presidente constitucional de Bolivia al prestar juramento ante la Asamblea Legislativa Plurinacional, en una ceremonia que pone fin al interinato de facto iniciado hace un año con la renuncia forzada de Evo Morales.
Vestido con traje azul y camisa clara, sin corbata, Arce puso su mano derecha sobre el corazón para jurar «por los próceres de la independencia, por nuestra Madre Tierra, por los dioses de nuestros ancestros, por nuestras hermanas y hermanos que dieron la vida por la democracia y por la igualdad entre todos los seres, desempeñar las altas funciones como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, en estricto cumplimiento de la Constitución Política del Estado y las leyes del Estado Plurinacional de Bolivia».
El «sí, juro» con que respondió a la extensa fórmula desató un ola de aplausos y gritos de «jallalla» (viva, en aimara), mientras el vicepresidente, Davir Choquehuanca, quien asumió minutos antes y condujo la Asamblea Legislativa, completaba el juramento.
«Si así lo hace, que nuestros próceres de la liberación, que nuestros héroes contra el Estado colonial y el pueblo boliviano lo premie, caso contrario lo castigue. Queda, hermano, usted posesionado como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia», completó Choquehuanca entre los aplausos de todo el recinto.
En los balcones del lugar estaban el rey de Espala, Felipe VI, junto al vicepresidente de su país, Pablo Iglesias; y los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Paraguay, Mario Abdo Benítez, y Colombia, Iván Duque, entre otras delegaciones internacionales.
Tras la jura, Choquehuanca le colocó la banda presidencial tricolor y la medalla de presidente, con una cinta con los mismos colores de la bandera de Bolivia, y todos cantaron el himno, en un clima de emoción, con el puño izquierdo en alto.
Arce denunció durante su discruso de asunción que su país fue desde el golpe de Estado del 10 de noviembre de 2019 «escenario de una guerra interna y sistemática contra el pueblo, especialmente contra los más humildes».
«A partir del 10 de noviembre del 2019, después de 21 días en que se escamoteó la voluntad popular expresada en las urnas, y que dieron un ganador, Bolivia fue escenario de una guerra interna y sistemática contra el pueblo, especialmente contra los más humildes», sostuvo.
«Las dos tareas que el gobierno de facto se impuso, pacificación del paísy convocatoria inmediata a elecciones, no se cumplieron. Todo lo contrario. Se sembró muerte, miedo y discriminación. Se encrudeció el racismo y se usó a la pandemia para prorrogar a un gobierno ilegal e ilegítimo», denunció.