El mundo intenta reabrirse, pero la pandemia del coronavirus no da tregua. En los últimos días, varios países que han tratado de volver a la normalidad tuvieron que retomar medidas restrictas ante el aumento de contagios.
En Pekín se cerraron seis grandes mercados, en India se registró un récord de casos diarios y en Estados Unidos seis estados reportaron que sus hospitales se estaban llenando rápidamente.
En la mayor parte de Europa parece que va bajando el ritmo de contagio, pero los expertos advierten que el fin del confinamiento puede llevar a nuevas restricciones.
«Aunque la situación esté mejorando en Europa, a nivel global está empeorando», dijo Tedros Adhanom Ghebreyesu, director general de la Organización Mundial de la Salud.
Ese es el caso de América Latina, que ahora es el epicentro de la pandemia. En África también se está acelerando el contagio, según la OMS. A principios de junio el continente ya reportaba más de 200.000 infectados.
No existe una vacuna ni una medicina efectiva contra el covid-19, entonces ¿qué hacer si tarde o temprano las personas deben salir de sus casas?
Un reciente estudio de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, ofrece nueva evidencia de que las mascarillas o tapabocas pueden ser muy útiles para evitar una creciente ola de contagios y reactivar la economía.
La investigación afirma que el uso masivo de mascarillas disminuye la propagación de la enfermedad y que cuando se combina con medidas de confinamiento «previene futuras oleadas del virus».
El estudio afirma que incluso las máscaras de tela hechas en casa, que tienen una efectividad limitada, pueden reducir «dramáticamente» la tasa de transmisión si las usa un suficiente número de personas.
«Nuestros análisis respaldan la adopción inmediata y universal de máscaras faciales por parte del público», dijo en un comunicado Richard Stutt, investigador de epidemiología en la Universidad de Cambridge y coautor del estudio.
«Si el uso generalizado de máscaras por parte del público se combina con distanciamiento físico y cierto confinamiento, puede ofrecer una forma aceptable de manejar la pandemia y reabrir la actividad económica mucho antes de que haya una vacuna», dice Stutt.